Algunos de vosotros seguís puntualmente lo que escribo, sabeis que denuncio la absoluta ausencia de democracia en España, y la trascendencia de ese HECHO. Los tentáculos de la forma oligarquica de poder que padecemos hacen llegar a todos los nichos sociales y reproducen allí los mismos conflictos. Tanto es así que no son las preocupaciones de los ciudadanos los que crean la opinión pública que ha de gobernar nuestros asuntos colectivos, sino que sucede a la inversa, y son las distintas ideologías (o simples intereses de partido) las que dirigen y gobiernan sobre los problemas en los que tenemos que fijarnos.
Defiendo la abstención como único modo real (no utópico) de terminar pacificamente con el régimen oligárquico para establecer la democracia en España. La abstención ha de ser la fuerza que empleemos los ciudadanos hacia la democracia en el pulso de la legitimidad. Nuestros gobernantes necesitan del voto para obtener la legitimidad que les permite continuar en el poder. Cuando se trata de pedir el voto, fijaos como ninguno hace distinciones: la participación ha de ser máxima, animamos a todos a votar. Los que no veis clara o no entendeis mi postura decís que lo que hay que hacer es ir poco a poco, reformando lo que tenemos.
He publicado explicando lo que podrían ser unas elecciones mayoritarias por distritos, o cómo serían unas elecciones al poder judicial, o cómo disponer de mecanismos de control, medidas necesarias para que una democracia llegue en esencia a la práctica. Todas las medidas necesarias chocan con el actual estatus de poder, que se opone a ceder, y por eso creo en la ruptura, que no se hizo en la transición, porque no creo que los que aquí nos trajeron de aquí nos saquen. Además, la única forma de que la democracia quedara legitimada es que la fuerza legitimadora venga del pueblo (demos), mediante su acción colectiva en momentos clave, como son las elecciones, con la abstención.
Pero sólo la abstención no es suficiente. El movimiento ha de estar organizado alrededor de la decencia, la inteligencia, la valentía y la lealtad. Es aquí donde me parece que no veis la posibilidad de solución, porque ¿cómo organizar a millones de personas sin ninguna infraestructura?. Pues alrededor de unos sólidos principios, que serán sentidos como propios por los que puedan sentir unos principios y tachados de idealismo o utopía por aquellos que contaminados de la cultura del «todo vale» no puedan sentir ningún principio más allá del ocio y el disfrute personal.
Así que esta es la declaración de principios y valores del movimiento ciudadano por la república constitucional.
Un Abrazo
I. Porque los seres humanos no nacen iguales en capacidad física y mental, ni en condición social, la Sociedad y el Estado deben garantizar la igualdad de derechos y de oportunidades.
II. Porque existe un imperativo moral en todas las conciencias, es condenable el oportunismo personal, social y político.
III. Porque los individuos no pueden desarrollar sus vocaciones ni sus acciones fuera del contexto social, la lealtad es fundamento de todas las virtudes personales y sociales.
IV. Porque los españoles padecen temores derivados de su tradicional educación en el Estado autoritario, sólo la valentía personal puede crear la fortaleza de la sociedad civil frente al Estado.
V. Porque durante siglos se ha sacrificado y despreciado la inteligencia y el espíritu creador, apartándolos de los centros de enseñanza, del Estado y de los Partidos, esas facultades individuales han de organizarse para tener presencia activa en la sociedad civil.
VI. Porque la decencia constituye el decoro de la civilización, la sociedad civil debe civilizar a los Partidos y Sindicatos, sacándolos del Estado.
VII. Porque entre el Estado de Partidos y la sociedad civil no existe una sociedad política intermedia, la parte más civilizada de aquella debe orientar la formación de ésta, sin el concurso del Estado.
VIII. Porque la política afecta al universo de gobernados, si el lenguaje de políticos y medios comunicativos no es directo, correcto y expresivo del sentido común, disimula una falsedad o esconde un fraude.
IX. Porque no son legítimas las razones ocultas del poder político, siempre será ilegitima la razón de Estado.
X. Porque a la razón de gobierno sólo la legitima la libertad política de los que eligen el poder ejecutivo del Estado, son ilegítimos, aunque sean legales, todos los gobiernos que no son elegidos directamente por los gobernados y no pueden ser revocados por éstos.
XI. Porque la razón de la ley está en la prudencia de legisladores independientes, elegidos por los que han de obedecerlas, no son respetables, aunque se acaten, las leyes emanadas de Parlamentos dependientes del Gobierno.
XII. Porque la razón de la justicia legal está en el saber experto de una judicatura independiente del gobierno y del parlamento, no pueden ser justas ni dignas las resoluciones de una organización judicial dependiente de ambos poderes.
XIII. Porque la razón del elegido está en el mandato unipersonal, imperativo y revocable del elector, es fraudulento el sistema proporcional de listas, que sólo representa a los jefes de partido.
XIV. Porque los medios de comunicación forman la opinión publica, no puede ser imparcial ni veraz la información controlada por un oligopolio de poderes económicos.
XV. Porque la corrupción es inherente a la no separación de los poderes estatales, sólo la puede evitar, con su separación, el recelo y la desconfianza entre sus respectivas ambiciones.
XVI. Porque las Autonomías fomentan los nacionalismos discriminadores o independentistas, deben ser compensadas integrándolas en la forma presidencial de Gobierno.
XVII. Porque las Autonomías fomentan gastos públicos improductivos, sus competencias susceptibles de ser municipalizadas deben de ser transferidas a los Ayuntamientos.
XVIII. Porque la Monarquía de Partidos carece de autoridad para garantizar la unidad de la conciencia española, y ha sido foco de golpes de Estado y corrupciones, debe ser sustituida por una República Constitucional, que separe los poderes del Estado, represente a la sociedad civil y asiente el natural patriotismo en la forma presidencial de Gobierno.
XIX. Porque la única razón de la obediencia política reside en el libre consentimiento de los gobernados, éstos conservan su derecho a la desobediencia civil y resistencia pasiva, sin acudir a la violencia, frente a todo gobierno que abuse del poder o se corrompa.
XX. Porque el pasado no puede ser revivido, sin imponerlo la fuerza del Estado, no es posible la restauración pacífica de la II República, cuya forma de gobierno parlamentario tampoco era democrática.
XXI. Porque el sistema de poder de las naciones europeas, ideado para la guerra fría, no es democrático, los españoles están obligados a innovar su cultura política para llegar a la democracia como regla formal del juego político.
Por lealtad a la sociedad civil, los Partidos Políticos, Sindicatos y Organizaciones No Gubernamentales no pueden ser financiados por el Estado; y por lealtad a la conciencia personal de los integrantes de este Movimiento de Ciudadanos, el MCRC no se transformará en partido político, y se disolverá tan pronto como su acción se agote con el referéndum que ratifique la Constitución democrática de la III República Española.