EUROPA, LA GRAN RAMERA

El Consejo de la UE ha decidido aprobar la «Directiva de Retorno» que establece un plazo máximo de detención de los/las inmigrantes “sin papeles” de hasta 18 meses, permitiendo, además, que sea una autoridad administrativa, y no exclusivamente un juez, quien pueda decidir (inseguridad jurídica) la detención de los inmigrantes en los Centros de Internamiento de Extranjeros —CIEs— antes de proceder a expulsarlos, y que establece también la detención de menores no acompañados.

Así es que, en Europa, todos los europeos, todos, han decidido que los ciudadanos del Mundo a los que se califique y considere no merecedores de transitar por la propiedad privada de los europeos no podrán hacerlo. Y punto. Eso es lo que dicen hoy todos, toditos, todos los europeos.
No solo hay gente que nace , vive, crece, se prostituye y muere, sino que se permiten coartar la vida de los demás que quieren simplemente vivir en condiciones dignas. Eso es lo que hay y los ciudadanos europeos no pueden evitarlo porque ellos son un cero a la izquierda. Una mierda seca, vamos. Los responsables finales de las decisiones que adoptan sus amos (la crisis actual es la exigencia de responsablidad a los ciudadanos por el mal hacer de sus dirigentes). Y es que esos tunantes que tenéis de amos, sabían de antemano el tema de la crisis que ellos mismos han provocado para “limpiar” al personal y crear de paso el miedo necesario que permita que no se os olvide que sois dependientes y que ellos no, porque tienen el capital, la pela, el poder, y la chuleria suficiente para dictároslo, ¿pasa algo?

Con la Directiva de Retorno los europeos, todos, se quitan de encima a los inmigrantes que les sobran con la idea de poder mantener el equilibrio en relación con los costes de mano de obra. Ahora entras, ahora no entras. Lo cierto es que hay que decir en favor de los europeos en esta cuestión que no han tenido en consideración, para nada, el factor humano, sino el factor laboral.
Porque el factor humano ya lo tienen en cuenta cuando las empresas europeas acuden en ayuda del pueblo africano.

Así, a modo de ejemplo, los mayores exportadores europeos en África fueron el año 2006 Francia (con 21.000 millones, un 23% del total), Alemania (16.000 millones, un 18% del total) e Italia (13.000 millones, 14%). Los países europeos más beneficiados del comercio con África en 2006 fueron Suecia (con un excedente de más de 2.000 millones) y Francia e Italia (cada uno con un excedente de 1.000 millones).

El derecho a la libre circulación de las personas, que ellos mismos consagran como si de algo inamovible se tratara y que por establecerlo precisamente como derecho consideran que pueden anularlo —mejor se podrían meter los derechos dónde ya saben— queda reducido a una simple autorización administrativa discrecionalmente concedida en función de las variables necesidades de ganancia y acumulación del capitalismo europeo, como hemos dicho antes.

Los amitos Sarkozy—Merkel, y el resto de quienes gobiernan en Europa con la complicidad de los ciudadanos europeos, de todos los europeos, hacen una política claramente regresiva hacia esos humanos que no son considerados utilizables pero sí explotables. Allí en Africa y aquí en Europa. La cuestión está, como veis, en la obtención de superavit.

Estos adoradores y lameculos del capital, que gobiernan ilegítimamente nuestras ciudadades, son claramente xenófobos y, de paso, también los siervos europeos. Pues xenófobos son quienes mantienen actualmente en Europa 280 centros de internamiento y que piensan ampliar y extender allende las fronteras, como de hecho ya ocurre con el concurso de gobiernos comprados para ejercer funciones de carceleros a las puertas de la “Fortaleza Europa”. Evidentemente, el derecho que se crea en Europa es fascista y conculca los propios de derechos de la Carta Europea de Derechos Humanos. Carta de Derechos que está al alcance de todos para comprobar su inaplicación.

Se me olvidaba: por su parte, los mariconazos españoles que dirigen ese país, son lo mismo de mierdas y fascistas que los anteriores, que duda cabe. Desde el Rey al último alcalde, porque, amigos, el régimen no ha cambiado. Eso sí, parece que son deficitarios aún en relación con el comercio con Africa. Por mi parte espero que, si la naturaleza es justa, les haga pasar el mismo dolor que ellos les hacen pasar a quienes venir a España o a cualquier parte de Europa o del Mundo, y se les prohibe vivir, transitar o lo que sea. Sobre todo, sugiero que ese dolor les incida especialmente en el alma, si es que la tienen.

El unico alivio que tengo es que los europeos son tan «negros» como los que con el pensamiento puesto en sus familias, a las que dejan para buscar para ellos una mejor vida, son lacerados por estos lares. En fin, la gente de este planeta tenemos un problema muy, muy serio que resolver y no lo estamos enfrentando.

La imagen de este articulo lo dice todo: Es la representación de la Gran Ramera con todas las naciones y gentes sujetas a ella, enarbolando la bandera de Europa. Nótese que cabalga un toro,
símbolo de España.

JAVIER CASTUERA

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El gobierno erra sus previsiones, como era previsible

Previsiones del Gobierno en los Presupuestos Generales del Estado 2008

Crecimiento: 3,3%
Tasa de paro: 7,9%
Inflación: 2,8%

Previsiones revisadas en abril (tras las elecciones)

Crecimiento: 2,3%
Tasa de paro: 9,8%
Inflación: 3%

Previsiones actuales

Crecimiento: 1,9%

Tasa de paro: 11%

Inflación: 4%

Nos va a dar la risa con las previsiones para después del verano, eso, si no pasa nada en Irán.

CORRUPCIÓN RUTINARIA

El Ayuntamiento de Estepona confirma la regla de que la clase dirigente, emergida con la transformación de la dictadura en oligarquía de partidos, marcha por las rutas estatales, regionales y municipales que le abrió el brutal buldózer de la deslealtad, para dejar camino franco a la inmoralidad pública, fundadora de la Transición, en todos los ámbitos del poder. Los fenómenos designados con las voces corrupción y rutina, que derivan de la misma raíz latina, romper, se asocian indefectiblemente cuando no hay instituciones políticas concebidas para impedir la posibilidad de que el poder use su capacidad de hacer el mal, mediante la separación efectiva, no meramente funcional o nominal, de todos los poderes públicos, con el control recíproco entre ellos. Este último resorte, odiado por la oligarquía y su instrumento mediático, es lo que define a la democracia formal. Donde no existe esa separación constitucional, si el ejecutivo elabora las leyes y los Alcaldes pueden decretar la recalificación urbanística del suelo rústico, no puede prosperar espíritu público alguno ni dar oportunidad de nacer, sin ruptura de la oligarquía, a la democracia política.

Si la oligarquía se compuso con los materiales descompuestos en el Régimen y en la oposición; si del Rey para abajo todos traicionaron los principios y valores que dieron sentido a sus vidas anteriores; si el espíritu público se disolvió en el consenso entre los intereses privados de los portadores de cualquier clase de poder, es inevitable que la corrupción económica no solo se generalice, como secuela de una tradición de degeneración espiritual, sino que se convierta en factor de estabilidad de los gobiernos locales, regionales y nacionales. Sin corrupción, la Monarquía no habría resistido el empuje de la verdad. La solidez del Estado de Partidos se basa en la extensión e intensidad de la corrupción.

Cuando observamos los remedios caseros que se proponen en los medios periodísticos para impedir la corrupción rutinaria (endurecer las penas, dar mayor financiación estatal a los partidos, controlar mejor la concesión de licencias administrativas, y otros parches) no podemos evitar que la sonrisa se asome a nuestros labios, por la profunda analogía con el cornudo que sorprendió a su mujer haciendo el amor en el sofá de su propia casa, y pide consejo a su sabio amigo: ¡¡vende el sofá!! Eso es lo que ha hecho el PSOE, expulsando del partido al alcalde de Estepona, Barrientos.

ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO FORTE

DIARIO DE LA REPÚBLICA CONSTITUCIONAL

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Discurso de Perón, 1 de mayo de 1952

Ningún bien económico es, en el sentir de nuestra doctrina, propiedad absoluta del individuo o del estado.

La reforma bancaria, su consecuente reforma de nuestro sistema monetario y la inversión del sistema crediticio son, acaso, las más visibles aplicaciones de aquel principio económico esencial.

En el sistema capitalista la moneda es un fin y no un medio; y a su valor absoluto todo se subordina, incluso los hombres.

En la memoria de todos está el recuerdo de los tiempos en que toda la economía nacional giraba en torno del valor del peso. La economía y, por lo tanto, el bienestar social- estaba subordinada al valor del dinero y éste constituía el primer dogma inviolable de la economía capitalista.

Nosotros hemos invertido esa escala de valores y decimos que el valor del dinero debe subordinarse a la economía del bienestar social. Hemos desligado peso de su sagrado respaldo en oro. Ello no significa negar el valor del oro. En un mundo que lo utiliza como moneda internacional, no podemos despreciarlo en su calidad de medio de pago internacional, pero estamos convencidos de que es mejor tener trigo y carne que dólares y oro.

En el orden interno, la economía social de nuestra doctrina establece que la moneda es un servicio público que crece o decrece, se valoriza o desvaloriza en razón directa de la riqueza que produce el trabajo de la nación. Yo me pregunto si es posible tener en circulación en 1951, con la renta nacional que tenemos, la misma cantidad de dinero que en 1945, cuanto la renta era cuatro veces menos. Para servir a un país de gran actividad económica se necesita, más dinero que para servir al movimiento económico de un país poco desarrollado.

El dinero tiene para nosotros un solo respaldo eficaz y real: la riqueza que se crea por el trabajo. Vale decir que el oro que garantiza el valor de nuestro peso es el trabajo de los argentinos. El peso no vale -como ninguna otra moneda- por el oro que se adquiere con él, sino por la cantidad de bienestar que pueden comprar con él los hombres que trabajan.

Me tiene sin cuidado el valor que le asignan a nuestro peso quienes lo relacionan con el oro o con el dólar, porque ni el oro ni el dólar engendran la riqueza. Por otra parte, ni el oro ni el dólar son valores absolutos y, en último término, también dependen del trabajo.


Felizmente, rompimos a tiempo con todos los dogmas del capitalismo y no tenemos de qué arrepentimos. No les pasa, en cambio, lo mismo a quienes aceptaron de buena o mala gana las órdenes o las sugerencias del capitalismo y amarraron la suerte de sus monedas al destino de la que acuña o imprime en las metrópolis, cifrando toda la riqueza del país en las monedas fuertes que circulaban por él sin producir otra cosa que capitales de comercio y de especulación.


Nosotros despreciamos el valor de las monedas fuertes y elegimos crear, en cambio, la moneda del trabajo, quizá un poco más dura que la que se gana especulando, pero por eso mismo menos variable en el juego mundial de las monedas.


Mientras los argentinos quieran trabajar y producir, crearán la moneda efectiva y real, el peso, cualquiera sea el valor que le asignen en los mercados del capitalismo, y no entrará jamás en la crisis que le auguran desde 1946 nuestros obtusos críticos, cuyas finanzas giran alrededor del dólar, que, de paso, suele ser también la moneda que paga sus ataques y sus traiciones.

En términos de economía social, es necesario establecerlo definitivamente: la única moneda que vale para nosotros es el trabajo y son los bienes de producción que nacen del trabajo. La valorización de la moneda no tiene como efecto final el incremento de los capitales, sino el aumento del poder adquisitivo de los salarios. Los salarios tienen mayor poder adquisitivo no en la medida del valor del peso sino en la medida en que el trabajo que se paga con aquellos salarios produce bienes útiles a la comunidad.

Para realizar todo esto, la República Argentina ha tomado plena posesión de su moneda convirtiéndola en un simple servicio público, aun cuando a algunas mentalidades capitalistas esto les suene a desplante de herejía.

Podemos decir lisa y llanamente que los argentinos hacemos lo que queremos con nuestra moneda, supeditando su valor al bienestar de nuestro pueblo. Por otra parte, en último análisis, y aun cuando parezca contradictorio, es lo mismo que hacen las metrópolis del capitalismo, que cumplen sus dogmas según la conveniencia, único canon invulnerable de la doctrina que sustentan.

La herejía que nosotros hemos consumado en beneficio del pueblo es la misma que los imperialistas realizan para expoliar al mundo. Nosotros desvalorizamos el peso argentino y así compramos todo lo que era nuestro y todos los capitales que ahora producen y sustentan nuestro bienestar, del mismo modo que ellos desvalorizaron sus monedas para cobrarse la guerra (se refiere a la II GM) que, al fin de cuentas, hicieron con hombres y con dinero de satélites y colonias.

La prueba que da valor a nuestra reforma monetaria está en las cifras de nuestra situación. Desde diciembre de 1946 a diciembre de 1951 nuestra circulación monetaria aumentó, mientras que las reservas de oro y divisas disminuyeron; pero, en cambio, repatriarnos nuestra deuda externa, nacionalizamos empresas y servicios públicos, ampliamos el tonelaje de nuestra flota mercante poniéndola entre las primeras del mundo; crearnos nuestra flota comercial aérea; industrializamos el país con más de 20.000 industrias nuevas; la renta nacional aumentó, y todo esto es riqueza auténtica y son valores materiales que siguen produciendo la riqueza que después se distribuye en el pueblo por los caminos abiertos de la justicia social.

Con oro y divisas -valores improductivos- hemos adquirido valores productivos. Creo que esto era lo sabio. Así como la moneda dejó de ser, en la economía social, el signo del capitalismo imperante, también el crédito pasó a integrar nuestro sistema con la modificación de los principios que lo regían.

El Banco Central de la República era un instrumento de la Banca Internacional y de su hija, bastarda pero servil, la oligarquía de nuestro país. Ahora es un instrumento del gobierno argentino y sirve al pueblo como cualquier otro instrumento del estado.

Antes de 1946 el sistema bancario era dirigido por extranjeros, ya que los bancos particulares -todos extranjeros—, con un aporte, equivalente a un 30% del capital inicial aproximadamente, manejaban las asambleas, ejerciendo así prácticamente la conducción económica de país.

Ahora el sistema bancario es dirigido por el gobierno que elige el pueblo. Cuando los bancos servían al capitalismo extranjero y a la oligarquía nacional, lógicamente los créditos bancarios, lo mismo que las divisas… , en una palabra, la moneda de ahorro y la moneda de producción engendrados por el trabajo del pueblo, tenían siempre los mismos destinatarios, que de ninguna manera iban a promover una actividad de beneficio social.

Desde 1946 el crédito tiene como destinatario el pueblo. Hay en esto una elemental razón de equidad y de justicia: aun cuando los capitales bancarios se integrasen con dinero de unas pocas empresas, como ocurre por lo general en el sistema capitalista, siempre, en última instancia, nace del trabajo que lo crea y debe volver en su redistribución al pueblo que trabaja.

Por eso también, en los últimos tiempos sobre todo, he venido insistiendo en la necesidad de que ya sea el pueblo mismo quien capitalice al país por medio del ahorro. Antes el ahorro del pueblo no tenía sentido porque, utilizado por los bancos en beneficio del capitalismo, lo único que hacía era añadir un poco más de leña al fuego de la explotación a que se sometía a los trabajadores. Ahora sí, el ahorro del pueblo tiene sentido… , no sólo porque es una garantía de previsión extendida como un cheque sobre el porvenir, sino también porque es dinero que vuelve al pueblo en bienestar social, creando en su círculo permanente riquezas nuevas que sirven como bienes del pueblo y de la patria.

Señalo, en este momento para el futuro y como política crediticia ideal de nuestra doctrina económica, los siguientes objetivos:

1) El crédito bancario debe servir para que cada argentino construya su propia casa.

2) El crédito bancario debe posibilitar a cada agricultor la adquisición de su propia tierra.

3) El crédito bancario debe posibilitar la organización cooperativa de la producción agraria, minera e industrial, y la actividad comercial consecuente de las mismas debe tener privilegio en el crédito sobre las actividades económicas individuales.

Estos objetivos, exigen que el pueblo vaya capitalizando al país con el esfuerzo de su producción y de sus ahorros. Producir y ahorrar deben ser dos pensamientos permanentes gravados en la conciencia económica del pueblo.

Los países capitalistas cifran su poderío en la capitalización de los monopolios y de las grandes empresas. Los países comunistas cifran el poder de su economía en la capitalización del estado.

Nuestra doctrina, también aquí en su clásica tercera posición, fundamenta todo el poder de su economía en la capitalización del pueblo, creándose aquí también una circulación permanente de valores económicos entre el pueblo y la economía.

«La República Argentina ha tomado plena posesión de su moneda convirtiéndola en un simple servicio público y, aún cuando a algunas mentalidades capitalistas esto les suene a desplante de herejía, podemos decir lisa y llanamente que los argentinos hacemos lo que queremos con nuestra moneda, supeditando su valor al bienestar de nuestro pueblo.»

Gracias, jota jota

FACTOR CHECO

Es la tercera vez que, en situaciones inesperadas, los dirigentes europeos ponen caras de más tontos de lo que requiere la simulación. La primera, la caída del muro de Berlin, los puso pasmarotes hasta descubrir, con el terrorismo, un nuevo enemigo común. La segunda, el NO de Francia y Holanda a la Constitución de la UE, los aleló hasta hallar en Lisboa otro misterio tecnocrático que permitiría mantener unida a la clase política a costa de la incomprensión de los gobernados. La tercera, el No de Irlanda, oculta la tartamuda memez con la carátula de las brujerías de secta.

El derrotado primer ministro irlandés pide a la UE que halle una fórmula, incluida la repetición del referéndum sobre el Tratado de Lisboa, para continuar el proceso de su ratificación. Bruselas, temerosa de que el NO se repita, está pensando en ofrecer a Dublín el derecho de veto en materia fiscal y la no aplicación del Tratado a los sectores económicos que lo han rechazado con mayor intensidad. Pero el problema del NO irlandés no se resolverá, sino que se agravará, con medidas discriminatorias que otros países reclamarían para sí. La decisión de los gobernados irlandeses es irreversible. Y colocará al Tratado de Lisboa en la misma situación que la fenecida Constitución de la UE, si el presidente de la República Checa, Sr. Klaus, mantiene su criterio de que no es posible seguir con la ratificación, pues el NO de Irlanda ha sido, como dice, “la victoria de la libertad, y de la razón sobre los proyectos elitistas, artificiales y burocráticos de Europa”.

Los “nacionalismos de pequeño país”, como fue bautizado el checo en la primavera de Praga de 1968, por M. Hroch, son más europeístas que los de las grandes naciones del continente. En nuestro anterior editorial sobre el factor irlandés, diagnosticamos el triunfo del NO, antes de conocer los datos del referéndum, recordando los primorosos antecedentes europeístas de la cultura humanista irlandesa. Ahora también recordamos que el pueblo checo presentó su causa nacional, ante los vencedores en la guerra del 14, como un hecho cultural europeo, antialemán y antimagiar, de carácter más lingüístico que político, derivado de los acontecimientos de 1848, y de las ideas desarrolladas por el gran historiador checo Palacky (1). La entidad checoeslovaca, cuyo concepto y expresión fue creada por Jan Kollar, que políticamente se consideraba húngaro, no podía durar sin imposición de un ocupante extranjero. Era natural la separación de checos y eslovacos.

El carácter de los pueblos se manifiesta en sus respuestas colectivas a preguntas del Poder sobre lo que aquellos ignoran. El NO libera. El SÍ esclaviza.

ANTONIO GARCÍA-TREVIJANO FORTE

DIARIO DE LA REPÚBLICA CONSTITUCIONAL

(1) Frantisek Palacky fue historiador y político. Siempre sostuvo, e invariablemente fue confirmado por la historia del siglo 20, que Europa Central es un espacio de naciones pequeñas, incapaces de existencia estatal independiente. Palacky consideraba que la existencia del aquel entonces multinacional imperio austriaco era el único garante del desarrollo libre de esas pequeñas naciones. Como político, Palacky defendía la transformación del imperio austriaco en un Estado federado. Exactamente lo que hoy sostiene Klaus que debe ser Europa entera.

(Este artículo, publicado originariamente en el Diario Español de la República Constitucional, arriba enlazado, se publica en Ácratas amparándonos en el derecho de cita. La nota (1) es del editor de Ácratas. Esperamos vuestros comentarios.)

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HUELGA GENERAL CUANTO ANTES

ÁCRATAS SE ADHIERE Y LLAMA A LA
HUELGA GENERAL
CONVOCADA PARA EL 15 DE JULIO DE 2008

Ácratas añade que, aunque se adhiere a la Huelga General, el 15 de julio le parece tarde. Debiera empezar mañana mismo. Ácratas añade que, aunque se adhiere a la Huelga General, le parece corta. Que no es cosa de un día, sino que debe ser indefinida hasta la caída de la monarquía partitocrática y la instauración de la III República Constitucional Española. Ácratas propugna la refundación de todos los partidos existentes hoy, tal y como se los conoce: PSOE, PP, ERC, CIU, IU (PCE), PNV, EB, BNG, UM, UPYD, etc… Ácratas no cree en la democracia de partidos sino de ciudadanos, en la independencia total de los tres Poderes del Estado, en las elecciones independientes para cada uno de ellos. Los partidos deben refundarse con otra clase de políticos, verdaderamente al servicio de sus representados; los partidos, o son internamente democráticos, o no pueden ser.

Ácratas defiende la nacionalización inmediata de la banca corrupta y su integración en el Banco Nacional de España con la vuelta al patrón oro; la revisión de los créditos hipotecarios mediante tasaciones actualizadas y una quita de los excesos de débito.

Ácratas patrocina la salida de España de la moneda única, porque enloquece y desajusta el precio del dinero y la inflación, haciéndonos víctimas y comparsas del eje franco-alemán, causa y detonante de la burbuja inmobiliaria.

Ácratas reivindica la eficacia administrativa: el estado debe componerse de Administración Central y Municipal, así que reclama la suspensión de las autonomías y la cesión de sus competencias y presupuestos a los municipios. Ácratas exige el fin del enchufe y la adopción del criterio de excelencia para el ejercicio de la función pública.

Ácratas exige la jornada laboral de 37 ½ horas, de que disfrutan ya los funcionarios, para todos los trabajadores por cuenta ajena. Que los trabajadores por cuenta ajena de Europa trabajen 65 horas semanales, si les apetece; y que Guinness se lo premie. Pero en la España de la III República Constitucional se trabaja para vivir, no al revés; y se respetan los derechos de los trabajadores, conquistados a lo largo de dos siglos de Historia de la Humanidad.

Ácratas defiende una España de respeto a la libertad y a los derechos humanos, y que no contribuya al imperialismo de los EEUU, a su política de guerras preventivas que encubren el embargo de recursos naturales.

¡Viva la III República Constitucional Española! ¡Viva España!

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Subir los tipos

Jean-Claude Trichet, Gobernador del Banco Central Europeo desde 2003, anunció el pasado jueves que “es posible, aunque no seguro, que suban los tipos en una pequeña cantidad”, tras advertir que los riesgos para la estabilidad de precios se han incrementado. Como consecuencia, el índice EURIBOR alcanzó su máximo absoluto (5,4%) desde 1999, año en que comenzó a utilizarse, con una subida record de 0,3% en un solo día.

El Tratado de Maastricht establece como objetivo primordial del Eurosistema mantener la estabilidad de precios, estableciendo una cota máxima de inflación anual del 2%. Son dos los principales mecanismos de actuación del BCE sobre los precios: primero administrar el suministro de dinero en el mercado financiero (ajustar la cantidad total de dinero en circulación a las condiciones de actividad económica) y segundo establecer el tipo de interés de referencia del dinero creado. Este último es el mecanismo más conocido por el público ya que tiene incidencia directa sobre las rentas disponibles de las familias, por ejemplo en forma de EURIBOR.

Como el metro para la longitud o el gramo para el peso, la moneda es la unidad de medida en el intercambio. Su magnitud exacta, lo grande que es cada unidad de moneda, ha de ser apropiada para medir con precisión en la escala de lo intercambiado; y la cantidad total de moneda circulando, ajustada al valor de todo lo transaccionado. Si la economía crece pero no se aumenta el suministro de dinero al mercado, la escasez de moneda hace que la unidad monetaria se agrande para poder abarcar el crecimiento de la economía (los precios bajan). Si por el contrario se aporta al mercado más moneda de la necesaria, el exceso hace aumentar los precios: la inflación. Los reguladores del mercado monetario deben ajustar el volumen monetario mediante aportaciones o retiradas de liquidez conforme a las previsiones de actividad económica.

El BCE fue fundado 1 de junio de 1998 con un capital inicial de 5.000 millones de euros, proveniente de las aportaciones de los Bancos centrales nacionales de los países firmantes del Tratado de la Unión Europea. La crisis “de confianza” financiera con origen en la opacidad de las titulizaciones de hipotecas de alto riesgo en los EEUU ha “obligado” al BCE a realizar continuas inyecciones monetarias al sistema desde el pasado agosto para salvar la falta de liquidez de muchas entidades crediticias incapaces de seguir colocando en el mercado financiero los productos hipotecarios de los que obtienen los fondos para continuar la vorágine de préstamos. Un solo día, el 17 de diciembre pasado, el BCE suministró la obscena cantidad de 348.700.000.000 € (equivalente a un tercio del PIB español) para refinanciación de deuda bancaria. La inflación se situó el mes de mayo en el 4.7% interanual. La subida de tipos anunciada por Trichet servirá para inflar más las cuentas de beneficios de los bancos acreedores y no tendrá ninguna repercusión en el control de la inflación.

Artículo publicado en el Diario de la República Constitucional (nº 59, 13/6/2008)

¡QUE PAREN EUROPA, QUE ME BAJO!

Durao Barroso asegura que el NO de Irlanda al inextricable Tratado de Lisboa no paralizará la ratificación de éste; que se seguirá trabajando con los distintos países. La pregunta es para qué. Con un NO, basta; a menos que el Tratado de Lisboa sea como la moneda: que la adopta el que quiere, sin dejar de estar integrado en Europa (Reino Unido, Suecia y Dinamarca, por ejemplo). Pero no es así: el Tratado es vinculante y debe ser adoptado por unanimidad de todos sus miembros.

Europa y sus diversos gobiernos asociados buscan soluciones. ¿La peor? La propuesta de que no se consulte por referéndum a los países. Total, como decían los del Río, a propósito de la defenestrada Constitución Europea: “Nosotros ¿por qué vamos a decir no, si no nos la hemos leído? Los políticos saben más de estas cosas que nosotros, y habrá que ponerse de acuerdo con la mayoría y con los que sepan más, con los que hayan leído”. Lo contrario que los irlandeses, que dicen que, como no se han leído el Tratado de Lisboa, o lo han hecho y no lo entienden, votan que NO y se quedan como están. Igual que tampoco firman créditos hipotecarios con cláusulas que no comprenden. Los del Río, y el resto de los españoles, sí que firman jeroglíficos, aunque signifiquen luego su ruina. ¿A que sí?

El problema es que Europa pide cuentas ahora al Primer Ministro, Brian Cowen. Pero éste, como resultado de la consulta, tiene el específico mandato electoral de volver a Bruselas y parar en seco el proceso de ratificación del texto comunitario, a pesar de que 18 países miembros ya lo han aceptado “por vía parlamentaria”; es decir: sin consultar a sus ciudadanías respectivas.

Y ahí viene lo más grave. Europa exigirá que Irlanda ratifique el Tratado por vía parlamentaria. De hecho, hasta los periodistas españoles, corifeos del Poder —lame almorranas por un sueldo—, ya lo andan deponiendo en los medios. Y dicen —¡Qué sorpresa!— lo mismo que los del Río. En definitiva, que los europeos deben hacer lo que les dicen los que entienden. O sea, los políticos. Se refieren a esos mismos que aprueban directivas como la de la jornada semanal de 60 horas… Los que entienden. Los que saben. Los electos por el pueblo. Los que blindan los intereses de la Banca Global y lo han tenido que demostrar cien veces, antes de arañar un puesto en las listas de los partidos.

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LA IDENTIDAD POR TODA POLÍTICA: I. El origen de todo esto

La identidad es hoy por hoy el gran motor de la política en España, que también lo sea fuera de aquí me lo reservo, de momento. Desde que la cuestión de las clases sociales dejó de ser excusa para un programa político, desde que la caída del Muro de Berlín en 1989 certificó visualmente la defenestración intelectual definitiva del modelo materialista o marxista, las izquierdas se han ido adaptando a la realidad política subsiguiente de la mejor manera que han podido.

Entre estas izquierdas las hay que quieren rescatar lo más presentable del legado marxiano, su análisis social, económico y político, con un afán emancipatorio y desalienador, y nos ofrecen, desde el republicanismo cívico en su versión igualitaria, una salida posible a las vergüenzas, carencias y contradicciones del liberalismo rampante: estoy pensando en un autor como Antoni Domenech de quien cabe citar libros anticipatorios como “De la ética a la política” o el más reciente “El eclipse de la fraternidad”.

Pero las hay también, ay, las que por el callejón de las izquierdas supuestamente más consecuentes se pasan con armas y bagajes al nacionalismo vasco o catalán: el caso de Madrazo, por ejemplo, en el País Vasco, es quizás el más suave. Pero basta con que recordemos al que fue número uno de los etarratas, un tal López Peña, y tantos y tantos militantes de choque del abertzalismo radical; o el caso de todos los xarnegos que hay en ERC en Cataluña, que constituyen el elemento más agresivo e independentista del nacionalismo hoy en día: Carretero, Ridao, etc., etc., etc., para que podamos advertir la sinrazón que acompaña a todo este trasiego de identidades con la excusa de un hipotético izquierdismo cuyo único referente visible es la oposición a un supuesto Estado central, opresor y de derechas por definición.

Se impone, por tanto, resaltar el aspecto ideologizador y movilizador de la identidad en el panorama español actual, donde dos polos fuertemente consolidados ejercen de fuerza centrípeta que lo invade todo y lo condiciona todo al respecto: el polo español y los polos periféricos (vasco-catalán). En medio de esta vorágine lo que hay, lo que ha motivado todo por mejor decir, ha sido el gran desplazamiento de población que caracteriza toda la historia contemporánea de España, el que llevó a miles y miles de personas y aun de familias enteras desde el campo depauperado y miserable a la ciudad emergente e industriosa.

Los que se fueron a Madrid engrosaron sus arrabales del sur y convirtieron la capital de España en lo que hoy es, una provincia urbanizada con las dos Castillas, y aún Andalucía con el AVE, como interlands privilegiados. Aquí no hubo problemas de identidad porque desde los madrileños más castizos a los recién llegados más desclasados, no hubo elementos de anclaje previos que permitieran crear diferenciaciones identitarias.

Pero los que se fueron a País Vasco y Cataluña y formaron casi la mitad o más de estas dos comunidades, ejercieron el papel de espoleta reactiva para unos nacionalismos especialmente montaraces, reivindicadores de poder político para sus minorías autóctonas, con la raza y la lengua como principales argumentos justificadores. Y aquí está todo el origen de los problemas que tenemos de articulación identitaria en la España actual: los movimientos de población del campo a la ciudad, sin los cuales ni el nacionalismo vasco ni el catalán habrían tenido ninguna razón de ser.

PEDRO JOSÉ CHACÓN

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YA VEREMOS

Masas resignadas y pasivas en las antípodas de lo que se ha descrito como conjunto de ciudadanos libres y capaces de decidir porque son completamente independientes.

Preocupa la suerte de España, en trance de desaparecer como Estado, el trance eterno de todas las épocas, como siempre y, desde luego, sin posibilidades de recuperar el respeto en el concierto internacional porque nunca lo ha tenido. Se conoce, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, que la española es, hoy por hoy, una sociedad indigna que fomenta el robo, la mentira y la injusticia en detrimento de la verdad, la dignidad y la justicia. Una sociedad angustiada y miedosa, naturalmente, por ello, poco entusiasta.

Nuestra sociedad es muy pesimista porque ha ido descubriendo, aunque sin perplejidad alguna, que la realidad no es la que le pintaron, ni esa realidad se pliega tan fácilmente a sus designios o, mejor, deseos, como le prometieron.

El formalismo liberal, la mediocridad de los que han gobernado y la ineficacia de los sucesivos parlamentos han resultado decisivos, sin embargo, para, poco a poco, al menos ir predisponiendo contra la partitocracia establecida con traje externo de democracia y, más aún, en este momento de incertidumbre.

Pero a pesar de este accidentalismo y frustración en la resolución de los problemas de España, no hay que admitir que sea mejor una dictadura renovadora, que será lo que probablemente os propondrán los mismos que ahora gobiernan cuando se presenten como salvadores inmaculados de ellos mismos. Y os lo propondrán amartillando una razón de peso.

Este régimen Juancarlista, autoritario y basado en la fuerza, antítesis de una política basada en la razón, no puede, por el mismo empuje de las cosas, seguir manteniéndose, pues fue precisamente un régimen fascista el que coadyuvó a su (auto) extensión.

No propusieron una sociedad igualitaria y generosa, sino de privilegios, compra de almas, y venta del país. Han procurado aumentar las diferencias entre los españoles, pero no ha buscado fórmulas correctoras para disminuirlas. El resultado de la falsedad, la iniquidad, las depravaciones, son treinta años de fascismo socialdemócrata que, sin pudor alguno, pretende renovarse a costa de nuestros hijos imponiendo al suyo. Ya veremos.

JAVIER CASTUERA

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