Civilizar los partidos políticos

Una vez que desaparezca su situación estatal, el gobierno no tiene por qué entrar para nada en la naturaleza organizativa de los partidos políticos, como de cualquier otra asociación civil. La naturaleza de los partidos deberá responder sólo a la naturaleza de sus afiliados. La libertad de ser de cada ciudadano deberá ser ontológicamente la misma en cualquier otra asociación. Más aún, cuando los partidos, como ahora, son piezas del Estado se convierten todos en uno solo, con un solo ideario. Por ello, al sacarlos fuera del Estado se les confiere una libertad de ser que antes no tenían. La misma que tenemos todos y cada uno de los ciudadanos. [Comentario original]

Tu criterio es ajustadísimo no solo a la idea de Michels sino incluso a sus propias palabras: los partidos no organizan un deber ser, sino el ser de su propia existencia. [AGT]

Ley de hierro de Michels

Como en la prohibición del mandato imperativo, los “Padrinos de la Patria Monárquica” vuelven a ignorar otro de los postulados fundamentales de la ciencia política. En este caso, la naturaleza indefectiblemente oligárquica de todos los partidos de masas. Lo que sabe cualquier estudiante universitario sobre sociología de las organizaciones o historia de las ideas políticas, lo desconocían los doctos ignorantes que redactaron el texto constitucional. La ley de hierro (rocher de bronce), descubierta por Michels en 1911, dice así: “la organización es la madre del dominio de los partidos sobre sus electores”.

[AGT en Los partidos de la Monarquía no son constitucionales]